Participaron de la edición 39° de un encuentro nacional que todos los años se realiza durante la primera semana de enero.
Por Gisela Manoni - gmanoni@losandes.com.ar
“Hay que soñar la vida para que sea cierta”. Como una ratificación,
la frase de Armando Tejada Gómez recibió a los casi cien “locos” que se
reunieron en el hotel de Turismo de Tupungato. Así se autodefinen y algo de
razón tienen. En pleno enero, maestros rurales de todo el país estuvieron
reunidos para hablar de educación y “seguir aprendiendo”.
“La TV, la mentira está tapando nuestra historia. Tenemos
que abordar las tensiones. Los debates se centran en las tecnologías, en las
notas, en la burocracia... Otra sería la Argentina si el maestro dejara de ser
neutral y se comprometiera con los valores del ser humano”, casi gritó Lita
Firpo de Funes (84), en el discurso inaugural de la edición 39 del Encuentro
Nacional de Maestros Rurales Argentinos.
Su vida es un ejemplo de ese compromiso. Ella forma parte
del grupo de docentes que en 1958 fundaron AMRA, la Asociación de Maestros
Rurales Argentinos, y quienes dentro de esta “gran familia argentina” son
conocidos como los “dinosaurios blancos”.
Como cada año, la segunda semana de enero estos “locos” se
reúnen para discutir políticas y realidades de la educación rural argentina. Ni
los recreos las detienen. En plena siesta, mientras los jóvenes jugaban en la
piscina, un grupo de directoras y ex supervisoras en malla estudiaban el
estatuto y algunas normativas nuevas. “Queríamos cruzar opiniones”, aseguraron.
“La escuela tiene voz... desde Mendoza” fue la frase guía
del encuentro en Tupungato, donde los talleres y capacitaciones se centraron en
el manejo de la palabra y la resciliencia para que estos docentes -algunos con
más de 40 años de ejercicio- dejen como legado sus historias y experiencias
tejidas en los rincones más disímiles del país.
Es así como una maestra comentó la crudeza de los niños que
trabajan en el algodón en Entre Ríos. Otra señaló cómo sufren la deforestación
los pueblos del litoral. Recuperaron historias de comunidades pobres en Jujuy o
estigmatizadas por la misma causa en la zona pampeana. Emocionados, la mayoría
de las veces, discutieron sobre violencia familiar, niños que cruzan ríos o
caminan leguas para ir a la escuela.
“La escuela rural tiene mucho que decir al resto del sistema
educativo. Hay un compromiso que trasciende. Por eso, al final de cada
encuentro, elaboramos un informe con las conclusiones para presentarlo
oficialmente”, sostuvo Cecilia 'Tachi' Funes, ex supervisora del Valle de Uco y
parte de la organización.
Las banderas de las 14 provincias participantes y el gran
cartel de AMRA dieron colorido al acto inaugural. Silvia Cornejo, delegada
administrativa de la DGE en Valle de Uco, remarcó la necesidad de poner en
valor las experiencias de la educación rural. El municipio de Tupungato dispuso
la sede del encuentro y colaboró en otros puntos.
Capacitación en escritura, en narración, en Pedagogía.
Talleres artísticos, de yoga, muestras y hasta excursiones turísticas fueron
parte del encuentro. También, dejaron como “sello” un enorme mural pintado en
una de las paredes del hotel de Turismo donde, en una extensa geografía regida
por un cóndor, hay íconos de las distintas provincias.
Algunos ya están jubilados, otros vienen con sus hijos y nietos (a quienes han visto crecer),
otros pasaron sólo unos años por la escuela rural y ahora volvieron a las
urbanas... pero en todos los casos, ser maestro rural marcó sus vidas.
Historia de AMRA
El 6 de enero de 1958, un grupo de maestros -salidos de las
sierras, la puna, la montaña, la pampa, etc.- se reunieron en el edificio
Pizzurno en Buenos Aires. El gobierno y la Unesco organizaban un curso para
maestros rurales.
Durante seis meses, en un hogar de Ezeiza aprendieron desde
psicología aplicada y medicina e higiene en la escuela hasta albañilería, corte
confección y mecánica rural.
La práctica se realizó en campos de Icaño, Catamarca. Dado
su éxito, esta experiencia se prolongó hasta 1972 y se extendió a otras zonas
inhóspitas.
El 6 de enero de 1979, estos maestros de Ezeiza-Catamarca se
reunieron en Córdoba para compartir sus experiencias de esos años de trabajo. Y
a partir de ese encuentro, propusieron hacerlos anualmente.
Docentes
"Los niños son personas antes que nada, por eso no se
puede atender su aprendizaje sin tener en cuenta su contexto, lo que están
viviendo, lo que sienten". Silvina Alessio, Sacanta, Córdoba.
"Ediberto no hablaba, era un niño que no participaba.
Hasta que le empecé a decir que escribiera sobre su trabajo diario. Se empezó a
interesar. Luego contó cómo espantaba los zorros que venían a por los huevos de
gallina y terminó siendo un excelente escritor en séptimo". Diduvina
Tapia, Humahuaca, Jujuy
"Siento que siempre me falta aprender algo. Hay
historias, alumnos que nos marcan, que nos enseñan lo que es ser docente. Y
participamos del encuentro porque nos autoayudamos y aprendemos juntos".
Stella Maris Mangini, Arroyito, Córdoba.
FUENTE: Diario Los Andes
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