Adultos mayores de distintas comunidades mapuches asisten a clases brindadas por maestros de la organización "Cruzada Patagónica" que desde hace quince años trabaja en zonas rurales para facilitar el aprendizaje en poblaciones económica o socialmente vulnerables.
Las clases se dan en salones comunitarios, escuelas primarias, postas sanitarias o en la casa de alguno de los alumnos de las comunidades Linares, Painefilú, Raquithue y Lafquenche, ubicadas a 40 y 60 kilómetros de Junín de los Andes, donde se encuentra el Centro de Educación Integral San Ignacio, lugar donde se generó esta iniciativa.
El CEI San Ignacio, de la organización Cruzada Patagónica, nació hace casi 30 años como una escuela primaria para jóvenes y adultos que por distintas razones no habían concluido los estudios primarios en sus comunidades y, además, necesitaban formarse en oficios para mejorar su calidad de vida, explicó a Télam la licenciada Laura Costa, Directora de Nivel Adultos del Centro.
Pero hace quince años ese nivel primario se transformó en modalidad semipresencial para acercar la propuesta de alfabetización a adultos mayores que no podían ni trasladarse a centros urbanos, ni albergarse en el CEI para estudiar.
La idea de hacer una escuela semipresencial surgió porque la población a quienes iba dirigida la propuesta en su momento (jóvenes adolescentes de más de 14 años con primaria incompleta) tenían mayor oportunidad de finalizar la escolaridad primaria en sus parajes de origen, explicó Costa.
Pero por otra parte -agregó- sabíamos que en las comunidades había personas mayores analfabetas o con sus estudios incompletos que no tenían posibilidad de cursar de lunes a viernes, en el predio de la escuela, por tener que atender sus otras responsabilidades como adultos.
Una de las primeras dificultados que debieron enfrentar fue conseguir docentes dispuestos a recorrer diariamente esos kilómetros, manejando sus propios coches y por caminos en mal estado entre las montañas y con condiciones climáticas desfavorables en muchas ocasiones.
También recordamos la sensación de soledad en cuanto a la poca posibilidad de compartir con otros docentes experiencias similares así como la falta de capacitaciones y bibliografía al respecto, comentó.
No obstante, Costa aseguró que la experiencia es sumamente enriquecedora, sobre todo para las maestras que encuentran desafíos permanentes en cuanto al cómo y qué enseñar a estos adultos rurales mapuches, la práctica cotidiana y el trabajo en equipo, la apertura y la escucha atenta son fundamentales.
Poder dar contenidos curriculares respetando sus saberes originarios fue y es un aprendizaje continuo que los docentes realizan escuchando, observando, valorando todo lo que el otro tiene para ofrecer.
Además, una de las maestras que integraba el equipo era a la vez miembro de una comunidad mapuche, por lo que colaboró -y lo sigue haciendo- en el diseño del material didáctico específico.
En estos quince años han egresado alrededor de 20 alumnos, que no es mucho, pero tampoco es nuestro principal objetivo, ya que han pasado por el Semi más de 150 adultos, muchos de los cuales ni siquiera estaban alfabetizados, señaló Costa.
Y explicó que el proceso de aprendizaje en adultos mayores requiere mucho más tiempo que en los niños y celebramos con una certificación el lograr la alfabetización inicial (leer y escribir) o el encontrar año tras año que muchos alumnos continúan apostando a esta propuesta, única en la zona, a pesar de que los avances se dan de a poco.
Los grupos son de dos a seis alumnos con distintos niveles; se hace un inicio en conjunto, hablando del tema que corresponda a la unidad de estudio y luego se trabaja personalizadamente en el desarrollo de los contenidos por nivel, de manera escrita y oral, en los cuadernillos de trabajo especialmente diseñados por las maestras.
Según la directora de adultos del CEI, los alumnos que se acercan a estas clases buscan diferentes cosas: aprender a firmar para ganar independencia en trámites cotidianos; un espacio de compartir saberes con otros y de sentirse valorado; terminar la primaria y tener el certificado.
También se acercan "para sentirse parte de una escuela, de un colectivo donde da y recibe, o aprender cosas útiles para la vida, más allá de los contenidos de cada materia.
El programa de estas clases, que se denominó Espacio de encuentro y crecimiento con adultos de comunidades rurales y mapuches en la Patagonia Argentina obtuvo el primer lugar de mérito entre las siete propuestas distinguidas con el XVI Premio Bienal Proyectos Educativos y Personas Mayores de la Fundación Navarro Viola.
Gracias al dinero aportado por este premio, el programa pondrá en marcha un trabajo pendiente para sistematizar los contenidos Pretendemos hacer una sistematización de la experiencia para que este modelo se pueda replicar en otras comunidades, recopilando los cuadernillos didácticos y las experiencias de los intercambios culturales" ,concluyó Costa.
FUENTE: Télam
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