Cuando la Presidente de la Nación inauguró el Período de Sesiones Ordinarias y se refirió a los maestros, sus palabras retumbaron haciendo eco en la cabeza de cada uno de los docentes del país. No solo por tratarse de una vil mentira sino por la soberbia y la mala intención con que las expresó.

En ese momento de conflicto sus dichos quisieron provocar un enfrentamiento entre los docentes y el resto de la sociedad.

Sabido es que un docente que cumple cuatro horas de trabajo en un establecimiento educativo, debe además desarrollar una gran tarea en su hogar para poder cumplir con la labor tan digna y responsable que es la de educar. Sabido es también que muchos educadores tienen la necesidad de cumplir una jornada doble de trabajo, y que muchos otros para llegar a la escuela deben recorrer caminos de montaña, de desiertos, de islas o la pampa misma durante horas.

Por supuesto es falso que un docente tiene tres meses de vacaciones; esa es una creencia que se desvirtúa al observar guardapolvos blancos en las calles de cada pueblo, ciudad y en los solitarios caminos rurales durante los meses de diciembre y febrero de cada año.

Es preocupante tratándose de la Primera Mandataria, quien tiene la obligación de conocer la realidad, delinear las Políticas Educativas y la enorme responsabilidad de formar ciudadanos libres, reflexivos y críticos.

Se confirma una vez más que por más que la Sra. Presidente hable de inversión educativa y de la construcción de Escuelas, los dichos a los que aquí hacemos referencia distan mucho de bregar por una Argentina con Escuelas en condiciones dignas para enseñar y aprender, y con la verdadera intención de formar hombres libres  en su pensamiento.

¿Sus palabras expresan el lugar que la Sra. Presidente de la República Argentina le da a la EDUCACIÓN?

Araceli Sívori
Delegada Provincia de Buenos Aires
A.M.R.A

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