"Yo no elegí la escuela, sentí que la escuela me eligió a mí"
El docente explica que la vocación de maestro le llegó después de recibirse de profesor. Enseña tecnología en la escuela N° 319 de La Florida, cerca de Villa Quinteros. Alienta la creatividad de sus alumnos.
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Sus alumnos se enteraron el martes mientras visitaban el laboratorio de Ampimpa. Saltaron de alegría cuando por celular el maestro de Tecnologías Diversas, Edgardo Roberto Carranza (34 años), les contó que había sido elegido "Maestro Ilustre 2010", y que iba a representar a los docentes tucumanos en el acto oficial de Buenos Aires donde se conmemorará mañana el Día del Maestro. "Estoy orgulloso, me siento muy honrado". Con estas palabras, Edgardo, un maestro rural que hace siete años enseña en la Escuela Nº 319 de La Florida, a 10 km de Villa Quinteros (Monteros) resumió lo que sintió en el momento en que sus superiores le comunicaban la designación ministerial.
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En diálogo con LA GACETA, Carranza, profesor de tecnologías, reconoce que todo lo que aprendió en la Técnica de Concepción, le sirvió para orientar su vocación docente. "A la escuela no la elegí porque quedaba cerca de mi casa, la elegí porque se adecuaba a mi vocación: ser técnico electricista, pero después sentí que la escuela me eligió a mí", relata, mientras explica que la vocación de maestro le llegó después de recibirse de profesor de tecnología. Hizo las primeras prácticas en escuelas suburbanas y empezó a ejercer en la Nº 217 de El Bañado, en Tafí del Valle, hace doce años. "Es la penúltima escuela del mapa tucumano; allí además de enseñar tecnología, aprendí a tejer hilados y eso lo llevé a las aulas. Los alumnos no querían aprender porque decían que era actividad de mujeres, pero cuando me observaban tejer, hasta el más reacio terminó siendo el mejor tejedor de tapices de la escuela", dice sin dejar de sonreír. Carranza se destaca no sólo por ser un maestro práctico -enseña albañilería, carpintería, computación, y ajedrez- sino por ser innovador. Enseñó a sus alumnos de Villa Quinteros a diseñar, armar y a lanzar cohetes con motor a combustible sólido. "Fabricaron todo menos los motores, necesitaron dos meses para construir el fuselaje, las aletas, el paracaídas, la base de lanzamiento y hasta las normas de seguridad. Con la práctica aplicaron lengua, matemática, diseño, computación e inglés, fue un trabajo en equipo", explicó. Con este proyecto los chicos organizaron un taller y lo llevaron a otras escuelas y lo presentaron en Buenos Aires.
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No es la primera vez que Carranza hace conocer los proyectos de sus alumnos. Fue expositor en la última Feria del Libro en Buenos Aires, sobre los cohetes de Villa Quinteros. Sus alumnos recibieron sucesivos premios en ferias de ciencia y desde el martes participan en un programa educativo en el Laboratorio Astronómico de Ampimpa. "La clave de mi función docente es acercar el mundo a mis alumnos, enseñarles a usar la tecnología, desde el telar de hilados, el uso de instrumentos agrarios, las piezas del ajedrez hasta armar un fuselaje", aseguró.
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El maestro se sincera. Dice que la escuela 319 le dio muchas satisfacciones a través de los chicos, y también sirvió para conocer a quien sería su esposa, Mónica Beatriz Alderete, la maestra de grado. "Nuestros hijos, por ahora, son los alumnos. Con ellos convivimos de lunes a viernes", afirma. La 319 es una escuela rural, de jornada completa, rodeada de casas humildes, enmarcada por las montañas.
FUENTE: Diario La Gaceta - Tucumán
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