BUENOS AIRES: Un cambio en la educación agraria para lograr "productos con valor agregado":

La directora y la regente de la Escuela de Educación Secundaria Agraria Nº 1 explican de qué modo funcionan los establecimientos educativos de este tipo. En nuestra ciudad se cuenta con un predio de 100 hectáreas donde unos 150 alumnos aprenden "las explotaciones características de la zona". Se presentan problemas de financiamiento porque algunos de los emprendimientos "no son rentables".

Fotos: Claudio Martínez

."Los chicos aprenden a autosostenerse y autoabastecerse. Ahora el objetivo de la educación agraria es hacer que puedan aprender a producir dentro de la escuela, aproximadamente lo que consumen en el comedor pero además hacen una difusión de lo que aprenden a su grupo familiar. Entonces, cuando egresan están en condiciones de hacer su pequeño emprendimiento o hacer un acompañamiento en un establecimiento agropecuario, o de modo familiar, están capacitados para hacerlo. También se pretende que los alimentos que se producen en la escuela tengan un valor agregado, uno de los pilares del futuro de estas escuelas agrarias", indica Mónica Fittipaldi, directora de la Escuela de Educación Secundaria Agropecuaria Nº 1 de Olavarría, quien se desempeñó en forma provisoria desde abril de 2009 desde que se jubiló su antecesora y fue ratificada en el cargo antes de las vacaciones de invierno mediante un concurso.
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La institución cuenta para ese fin con un predio de una superficie de 100 hectáreas "donde se trata de cubrir la mayoría de las explotaciones características de la zona". Una parte se encuentra ocupada por el tambo con 10 vacas para ordeñe. Más allá, en los potreros se dividen las distintas razas vacunas -son en total 60 vacunos-, además los potreros están sembrados con forraje para alimentar a los animales. Allí también hay cerdos, cuatro hembras y un padrillo, "una producción que empezamos desde septiembre de 2009 porque no había cerdos en la escuela"; y animales de granja, entre conejos y gallinas ponedoras. También se cuenta con 10 colmenas.
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Con la producción se abastece al comedor y los excedentes son comercializados en el kiosco instalado en la escuela y explotado comercialmente por la asociación cooperadora de la institución, "con una empleada administrativa a cargo de las ventas de dulce de leche, conservas, quesos, dulces o miel. A veces se hace difusión en distintos lugares, como el Consejo Escolar, la Sociedad Rural o Un aplauso al asador".

La matrícula para este año fue de 150 alumnos y mermó poco luego de las vacaciones de invierno. El plantel de docentes está compuesto por 70 empleados, "entre docentes de horas pedagógicas, preceptores y el Sistema de Residencia, donde viven 23 chicos de lunes a viernes, que cuentan con el acompañamiento de cocineros y preceptores residentes". Algunos llegan desde Azul, Tapalqué o General Alvear: "Ultimamente hemos notado que vienen chicos de lugares alejados cuyos papás nos plantean que no tienen forma de llegar hasta la escuela por cuestiones de movilidad, en algunos casos, y se les ofrece el sistema y viven las 24 horas en la escuela", manifiesta la regente Adriana Laborde.
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Producción alimentaria
De ese universo, solamente una pequeña proporción de los egresados continúa sus estudios.
"Tenemos vinculaciones con las entidades e instituciones relacionados con nuestro quehacer en la ciudad, como el INTA, la Asociación de Veterinarios, ingenieros agrónomos, CREA (Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola), algunos integrantes de la Sociedad Rural forman parte de la cooperadora; todas estas personas nos vinculan con el entorno, que por ahí requiere alumnos egresados de la escuela".
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De ese modo, cuando los chicos "salen de la escuela van a actividades que muchas veces son familiares y, en otras, mucha gente se acerca a la escuela para buscar empleados, nos pide referencias". En la escuela se ha creado "una especie de Bolsa de Trabajo con los números de teléfonos y los lugares dónde viven, así que hacemos el nexo". En algunos casos, los mismos egresados "vuelven para reinscribirse en la Bolsa, como el caso de un chico que se fue a trabajar a una cabaña ni bien se recibió y ahora ese emprendimiento parece que se disolvió: en cuestión de un mes estaba trabajando de nuevo con un chacarero de la zona", cuenta la directora.
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Los chicos desde primer año hacen un recorrido, "los alumnos tienen huerta y granja -aves y conejos-, aprenden apicultura, vivero, ovinos, porcinos; y todo lo que tenga que ver con cereales. En cuanto a la actividad de tambo y sus derivados aprenden fabricación de quesos y dulce de leche. La otra industria que aprenden es la relacionada con frutas y hortalizas, donde hacen dulces, de manzanas, cítricos o membrillos; y conservas, ya sean berenjenas, ajíes, morrones o pickles", reseña Laborde.
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Para agregar luego: "Hoy la orientación agropecuaria apunta a que los alumnos aprendan a producir alimentos, que es el mercado necesario en un corto plazo dentro de la sociedad. Entonces han surgido proyectos desde el emprendedurismo, donde se los sostiene desde la escuela y desde el gobierno, a través de tutores. En estos momentos están concurriendo alumnos a la Municipalidad con una profesora, la veterinaria María Eugenia Berrueta: tienen que hacer un proyecto para formar una miniempresa sobre alguna rama productiva de su interés orientados por ese docente-tutor".
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En estos casos la escuela también se involucra, "interviene con su acompañamiento, como en el caso de dos alumnos que quieren comenzar un emprendimiento para instalación de cerdos: la Municipalidad les da el sostén económico pero necesitan un espacio físico para que comiencen y cuando estén en marcha podrán empezar de manera independiente; ahí interviene la escuela", resalta.
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Pequeños emprendimientos
Otros proyectos tienen que ver con el tambo o con la cría de terneros a campo, donde se hace "un análisis económico porque tienen materias relacionadas con la gestión, con el marketing, pero también hacen análisis de costos y una evaluación sobre si las actividades son convenientes o no, lo mismo pasa con el tipo de alimentación para que sea más rentable".
Otros chicos están trabajando "con el análisis de la producción de forrajes que se hace en la escuela". A otros les interesa incursionar "con las conservas y el valor agregado, si es conveniente o no y qué salida hay de esos productos", indica Fittipaldi.
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Las Escuelas de Educación Secundaria Agrarias tienen una particularidad, por un lado se trata de "una escuela pública y los sueldos del personal dependen de la Provincia", pero por el otro "resulta bastante costoso el sostenimiento de estas producciones, es que en algunos casos no son rentables porque no tenemos suficiente personal para trabajar", lamenta la directora.
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Antiguamente las escuelas agrarias dependían de Nación y tenían cargos de mantenimiento: "un puestero y un tambero que trabajaban mucho tiempo; había gente que vivía en la escuela y se hacía cargo de las producciones, de lo que sucedía todo el día". En la actualidad, en cambio, "en el tambo tenemos un portero, entonces a veces tenemos que hacer acuerdos para poder sostener la producción y si no podemos sostener económicamente la producción, no podemos dejar que los animales se mueran, ya que los chicos aprenden un oficio y trabajan pero no podemos hacer un abuso para mantener esos sectores", resume.
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Sin embargo, la Escuela recibe "apoyo del Consejo Escolar, ya que como escuela pública nos mandan también insumos para limpieza y hacen las reparaciones". Otro aporte importante es "por parte de la Nación, con las computadoras que están por llegar, una para cada alumno. También podemos presentar proyectos y a través del Plan de Mejoras, aunque el trámite burocrático es bastante complicado, después envían los recursos con un plazo de seis meses. Corremos los riesgos de una actividad agropecuaria pero estamos atravesados por la educación; todo junto con los pro y los contra".
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Todos los productos son fiscalizados, "para mantener la producción artesanal necesitamos un permiso especial, una habilitación de Bromatología. Una vez al año viene un médico veterinario para hacer una inspección sobre la sanidad de la sala de Industria y se hace un chequeo de todo para ver si realmente se puede sostener la producción", finaliza.
FUENTE: Diario El Popular, Olavarría

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