SALTA: El Bicentenario, en el pueblo donde nace la Patria

Una forma particular de entender el concepto de Patria, en un pueblo, al que sólo se puede llegar transitando por una ruta de Bolivia.


Es un frío 24 de mayo en Los Toldos, paradójica localidad salteña, ubicada a más de 450 kilómetros al norte de la capital provincial.

El pueblo se despierta perezoso, gélido, con las nubes tan bajas que se las puede tocar.

En medio del silencio las primeras órdenes pululan desde el colegio secundario 5074. Allí el director del establecimiento, Fabio Cruz, entre bromas y mates recibe a un grupo de profesionales capitalinos que, nucleados solamente en la institución de la solidaridad, llevaron donaciones y su cálida presencia.

Todos preparan la fiesta. Hay dos motivos de celebración. El cumpleaños número 21 del colegio y, por supuesto, el 25 de Mayo.

Los actos son organizados por las dos instituciones educativas de la localidad: el colegio secundario y la escuela San Pedro Apóstol. Ninguna de las autoridades aparece.

Es bien sabido que una institución escolar involucra a múltiples actores de la sociedad, es por eso que padres, docentes, personal no docente, directivos y hasta ex alumnos participaron en la construcción de este hecho sin precedentes: festejar el Bicentenario en el primer pueblo de la Argentina.

Por eso es paradójico este lugar, por la particularidad que tiene su ubicación geográfica ya que para llegar a este pueblo hay que salir de Argentina por Aguas Blancas, transitar 130 kilómetros por territorio boliviano, por la ruta nacional 1, y luego volver a nuestro país.

Comienza el trabajo de hormiga y cuando uno se detiene y observa parece ser una anarquía total, pero después cualquiera puede comprobar lo admirable de su coordinación.
Escarapelas, banderas, cadenas color celeste y blanca comienzan a florecer en el colegio y en la escuela; luego se contagiará por todo el pueblo, que alberga a unas 2 mil personas aproximadamente.

Termina agotada la jornada del 24, sin embargo hay energía para una cena-guitarreada, que además fue la excusa propicia para que a la medianoche se cante el Himno Nacional Argentino. Con esta vigilia comenzaba el 25 de Mayo, que seguiría con la guitarreada y a la mañana el acto.
Filosofía inesperada
Cualquier persona, sin más antropología que el sentido común, puede llegar a sospechar que en este paraíso perdido sus habitantes sientan que están olvidados, ignorados o caídos del mapa.
Algunos pueden pensar que Los Toldos no es el primer pueblo de la Argentina, pero esto no es cierto, ya que cada ciudadano de esta bóveda terrenal sostiene que en este lugar “comienza la Argentina”; y desde su punto de vista y desde la geografía esto es totalmente cierto. Cualquier cristiano que se pare observando al sur se dará cuenta de que está mirando todo lo que queda de país.

Y con ese horizonte de significados tan optimistas el Bicentenario en Los Toldos adquiere una importancia relevante.

La síntesis es que, aunque estén tan lejos y olvidados, son ellos el origen y están a una considerable distancia de las expresiones masivas o de la frivolidad de los festejos vacíos. Acá comienza la Patria y esa es su verdad incuestionable.
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Slogan y combustible
El director del colegio, Fabio Cruz, habla y cuenta. Relata su realidad institucional y entusiasma a cualquiera con su optimismo.

Confiesa que los chicos cambiaron el slogan del colegio. El nuevo es: “Tenemos un colegio para mostrar”.

Esto sería un principio para el entendimiento acerca del verdadero “combustible” que alimenta este hambre por hacer cosas, por preparar actividades, por organizar un acto que no le corresponde organizar. Pero el colegio pretende exhibir lo que hace en el día a día, quiere demostrar su potencial. Y el pasado 25 de mayo lograron su objetivo.

A primera hora todo estaba donde debía estar. Cabildos, empanaderas, escenarios, sillas, sonido y, por supuesto, las autoridades que llegaron puntuales para el comienzo del acto.

Para la gala llegó gente de todos lados. Estudiantes, docentes y padres de las escuelas La Patria de El Arazay, de la escuela de La Misión, de la escuela 4751 de El Abra, de la 4559 de El Condado; y hasta del Colegio Nacional Mixto Oscar Alfaro, de la localidad boliviana de La Mamora.

Es necesario también destacar a Julio Barrera, Rubén y Juan Carlos Durgali, Daniel y Gabriel Valenzuela, Pablo Alavila, Ramiro Rueda y Juan Principato, jóvenes profesionales que en una noche de asado decidieron hacer una buena obra con gente que realmente lo necesita. Para esto llevaron como donaciones juguetes, alimentos, ropas y útiles escolares para el colegio.
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Con final abierto

Primero dieron el típico chocolate caliente, especial para el frío. Luego descollaron grandes artistas locales, niños del nivel inicial hasta los más grandecitos del secundario, además de la sorprendente actuación de los chicos de La Mamora, que presentaron sus danzas típicas.
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Fue una demostración del potencial que tienen las instituciones educativas en un contexto rural. Que es inmanente el esfuerzo de los docentes y los estudiantes para con el aprendizaje de los contenidos que más importan: el de ser solidarios, participativos, humanos y compañeros. Entendieron que, desde hace un tiempo, la mejor forma de aprender la historia es participando en ella y ellos fueron protagonistas al festejar el Bicentenario desde donde nace la Argentina.
Una mirada pedagógica, sin caer en el marco teórico
. A veces hay que correr el riesgo de que cualquier profesional especializado en Educación Rural pueda refutar alguna de estas oraciones. La necesidad está en mostrar una realidad concreta, en este caso la de Los Toldos y asegurar con cierta insolencia que en la practica se queman todos los libros.
El empuje y la fuerza que tiene esta comunidad educativa es digna de admiración y difusión.
A los docentes les quitaron el plus por zona desfavorable, trabajan en condiciones extremas, con chicos que caminan horas para llegar a clases, en un lugar donde el clima hace todo más complicado.
No se tendría que escribir esto, pero es necesario expresarlo y confesar que los docentes muy poco se atienen a lo que dictan los “especialistas” de los Ministerios de Educación. La tranquilidad es que esta situación no sólo pasa en Los Toldos; ocurre en la gran mayoría de los establecimientos escolares de toda Salta.
La gran mayoría de los docentes de estas instituciones educativas denominan “flexibilidad” a adaptar los contenidos curriculares y que vayan de la mano con los condicionantes concretos de la realidad institucional.
Esa flexibilidad, que no incide en la calidad de los contenidos, ayuda a una mayor retención, mejores aprendizajes actitudinales y sobre todo a un mejor desempeño en trabajos en equipo y grupales. En base a esto se puede ver en el colegio una miniguardería al lado de dirección, un anfiteatro en plena construcción atrás del edificio, las paredes y el mobiliario limpios y sin escrituras, murales gigantes; y sobre todo una matrícula de 240 estudiantes sobre un total de 2.500 habitantes.
FUENTE: El Tribuno Salta


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