Una investigación realizada por la Red Comunidades Rurales revela una sorprendente historia que ocurrió en los últimos 10 años en el paraje La Estancia, localizado a 12 kilómetros de la Ciudad de Belén, y habitado por 227 personas. Se trata de una comunidad que descubrió el verdadero valor de la escuela: el de un lugar dispuesto para el aprendizaje para todos, sin importar la edad.
(DIARIOC, 17/02/2010) Gloria Robles es la directora de la Escuela Nº 485 de este paraje que junto con el equipo docente se propuso alfabetizar a la población llevando los libros casa por casa. Ese fue el primer paso de un largo camino, que nunca antes los habitantes de ese poblado imaginaron que iban a transitar algún día.
Robles llegó al paraje en 1999 y se encontró con una realidad académica “complicada”. La mayoría de los adultos eran analfabetos, la asistencia de los chicos a clases era irregular, eran pocos los que continuaban sus estudios secundarios, y había un alto porcentaje de abandono y repitencia.
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Ante este panorama, junto a los docentes hizo encuestas en toda la población para saber cuál era el motivo de que existiesen todos esos problemas, y llegaron a la conclusión de que los altos índices de vulnerabilidad social de la comunidad, su aislamiento y la falta de emprendimientos productivos sustentables incidían negativamente en la regularidad y asistencia de los chicos a clase.
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Además comprobaron que en la mayoría de las casas que habían visitado, no había ningún tipo de acceso a material de lectura. Entonces Robles con el cuerpo docente decidió crear una biblioteca popular itinerante, a la que tendrían acceso no sólo los chicos sino la comunidad en su conjunto.
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Estrategia
Para que toda la comunidad tenga acceso a la biblioteca, docentes y alumnos se organizaron en pequeños grupos para que semana tras semana recorrieran todo el paraje llevando los libros en préstamo a cada una de las casas.
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También dieron charlas de concientización acerca de la importancia de que los chicos asistan a la escuela y continúen con sus estudios. Algunos padres se sumaron al proyecto viajando en grupos durante varios fines de semana a la ciudad de Belén, para golpear las puertas de diferentes instituciones en busca de donaciones, y hasta fueron casa por casa pidiendo libros para armar la biblioteca.
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La respuesta de algunos vecinos no fue la esperada. La directora comentó que al principio la propuesta no fue del todo bien recibida, porque no se llegaba a comprender por qué los maestros y alumnos salían de la escuela con esta biblioteca itinerante. Y consideró que también se debió al hecho de que la mayoría de los adultos eran analfabetos, y no podían comprender el material de lectura que se les acercaba.
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Robles y los docentes no se dieron por vencidos, y se les ocurrió una “buena” idea que consiguió que el resto de la comunidad participe del proyecto. Los alumnos en las salidas semanales comenzaron a indagar y a registrar historias orales típicas de la zona. Comenzaron a recopilar y a escribir en distintas carpetas coplas, leyendas, canciones populares, rimas y demás historias que luego se las entregaban a los pobladores junto con el resto de los libros.
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La biblioteca fue el primer paso para el crecimiento del saber en La Estancia. Es que después vinieron más proyectos que continúan en la actualidad, como la implementación de talleres productivos gratuitos, la creación de una “Brigada Cruz Roja” y un proyecto para contribuir al desarrollo productivo de la zona.
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El proyecto que comenzó como una “modesta” biblioteca popular itinerante, alcanzó objetivos grandiosos. Y este logro fue reconocido con el Premio Nacional de Escuelas Solidarias otorgado por el Ministerio de Educación de la Nación.
Fuente: lavozbelicha.com.ar
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