De la redacción de El Litoral
Una escuela rural tucumana, creada por Domingo Faustino Sarmiento en 1871, acaba de obtener la certificación ISO 9001 a la calidad educativa, un verdadero hito en la historia de la educación agropecuaria en el país.
Se trata de la Escuela de Agricultura y Sacarotecnia de Yerba Buena, en Tucumán, que resultó seleccionada junto a otras cuatro instituciones rurales del interior en un programa que impulsa la Fundación Bunge y Born. Son la Escuela Agropecuaria Coronel Suárez, Buenos Aires; el IPEM NC 221 San Carlos, Jovita, Córdoba; el Instituto Agropecuario Elvira Láinez de Soldati, Monte, Buenos Aires y la Escuela María Cruz y Manuel L. Inchausti, Universidad Nacional de La Plata, Valdés, Buenos Aires.
No se trata de un acontecimiento común, sino de un hito que refleja el cambio radical que en los últimos años protagonizó el sector más dinámico de la economía argentina. No sólo modernizando los sistemas de producción con la última tecnología sino también encarando el desafío de adaptar las escuelas agropecuarias a las exigencias de los nuevos tiempos.
En esa política se inscribe el Proyecto Alfredo Hirsch para Educación Agropecuaria en el que colaboran importantes educadores y especialistas, como Juan José Llach, Alfredo van Gelderen, vicedecano de la Facultad de Psicología y Educación de la UCA, y Fernando Vilella, ex decano de la Facultad de Agronomía de la UBA.
El programa, lanzado hace dos años, contempla el desarrollo de un Sistema de Gestión de Calidad Educativa (SGCE), que se propone alcanzar la certificación ISO 9001: 2000 para cada una de las escuelas participantes.
El doctor Patricio Ferrario (director de la Escuela Agropecuaria de Tres Arroyos, que fue la primera escuela de la Argentina en obtener la certificación), elegido por la Fundación Bunge y Born para que colaborara en el diseño y, posteriormente, en la coordinación del proyecto, detalla los pormenores del programa: “Se anotaron cincuenta y tres escuelas de todo el país y el jurado -que integraron Llach, Van Gelderen y Vilella- seleccionó a doce, seis de las cuales ya completaron su capacitación, pusieron en marcha su sistema de gestión de calidad y entraron en el proceso de evaluación para su certificación. De ellas, cinco ya aprobaron”.
Las escuelas seleccionadas designaron líderes y entre cuatro y diez docentes promotores. Los líderes participaron en una capacitación intensiva en Sistemas de Gestión de Calidad Educativa (SGCE) y Normas ISO 9001, que consistió en diez encuentros presenciales realizados en Buenos Aires más trabajos a distancia, y continuaron los trabajos prácticos en su escuela, capacitando a promotores y avanzando en el diseño y desarrollo del SGCE. Todo el proceso, que duró más de un año, tuvo la asistencia permanente del coordinador.
Los gastos -traslados de los líderes, estadías en Buenos Aires y otros- fueron afrontados por la Fundación Bunge y Born, que también se hizo cargó del costo, bastante elevado, de las auditorías, que fueron realizadas por Det Norske Veritas, una organización con asiento en Oslo, Noruega y con presencia en más de 100 países.
El programa lleva el nombre Alfredo Hirsch porque fue un hombre con una gran pasión por todo lo que tenía que ver con el campo y su progreso. De modo que al financiarlo, sus nietos Claudia y Octavio Caraballo no hacen más que seguir su obra.
Una escuela rural tucumana, creada por Domingo Faustino Sarmiento en 1871, acaba de obtener la certificación ISO 9001 a la calidad educativa, un verdadero hito en la historia de la educación agropecuaria en el país.
Se trata de la Escuela de Agricultura y Sacarotecnia de Yerba Buena, en Tucumán, que resultó seleccionada junto a otras cuatro instituciones rurales del interior en un programa que impulsa la Fundación Bunge y Born. Son la Escuela Agropecuaria Coronel Suárez, Buenos Aires; el IPEM NC 221 San Carlos, Jovita, Córdoba; el Instituto Agropecuario Elvira Láinez de Soldati, Monte, Buenos Aires y la Escuela María Cruz y Manuel L. Inchausti, Universidad Nacional de La Plata, Valdés, Buenos Aires.
No se trata de un acontecimiento común, sino de un hito que refleja el cambio radical que en los últimos años protagonizó el sector más dinámico de la economía argentina. No sólo modernizando los sistemas de producción con la última tecnología sino también encarando el desafío de adaptar las escuelas agropecuarias a las exigencias de los nuevos tiempos.
En esa política se inscribe el Proyecto Alfredo Hirsch para Educación Agropecuaria en el que colaboran importantes educadores y especialistas, como Juan José Llach, Alfredo van Gelderen, vicedecano de la Facultad de Psicología y Educación de la UCA, y Fernando Vilella, ex decano de la Facultad de Agronomía de la UBA.
El programa, lanzado hace dos años, contempla el desarrollo de un Sistema de Gestión de Calidad Educativa (SGCE), que se propone alcanzar la certificación ISO 9001: 2000 para cada una de las escuelas participantes.
El doctor Patricio Ferrario (director de la Escuela Agropecuaria de Tres Arroyos, que fue la primera escuela de la Argentina en obtener la certificación), elegido por la Fundación Bunge y Born para que colaborara en el diseño y, posteriormente, en la coordinación del proyecto, detalla los pormenores del programa: “Se anotaron cincuenta y tres escuelas de todo el país y el jurado -que integraron Llach, Van Gelderen y Vilella- seleccionó a doce, seis de las cuales ya completaron su capacitación, pusieron en marcha su sistema de gestión de calidad y entraron en el proceso de evaluación para su certificación. De ellas, cinco ya aprobaron”.
Las escuelas seleccionadas designaron líderes y entre cuatro y diez docentes promotores. Los líderes participaron en una capacitación intensiva en Sistemas de Gestión de Calidad Educativa (SGCE) y Normas ISO 9001, que consistió en diez encuentros presenciales realizados en Buenos Aires más trabajos a distancia, y continuaron los trabajos prácticos en su escuela, capacitando a promotores y avanzando en el diseño y desarrollo del SGCE. Todo el proceso, que duró más de un año, tuvo la asistencia permanente del coordinador.
Los gastos -traslados de los líderes, estadías en Buenos Aires y otros- fueron afrontados por la Fundación Bunge y Born, que también se hizo cargó del costo, bastante elevado, de las auditorías, que fueron realizadas por Det Norske Veritas, una organización con asiento en Oslo, Noruega y con presencia en más de 100 países.
El programa lleva el nombre Alfredo Hirsch porque fue un hombre con una gran pasión por todo lo que tenía que ver con el campo y su progreso. De modo que al financiarlo, sus nietos Claudia y Octavio Caraballo no hacen más que seguir su obra.
FUENTE: El Litoral.com
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