La aventura cotidiana de estudiar en el norte salteño

Para llegar a la escuela pasan por Bolivia y cruzan la selva

TREMENTINAL, Salta.­– Como todos los lunes, la maestra Nélida Flores salió de su casa en Aguas Blancas, al norte de Salta, a las tres y media de la mañana. Libros en mano cruzó en balsa el río Bermejo hasta la frontera con Bolivia y tomó el único ómnibus del día, que cuatro horas después la dejó en el río Grande de Tarija. Atravesó la frontera a caballo y, de nuevo del lado argentino, llegó a Trementinal. Allí, luego de recorrer 500 metros de selva repleta de jejenes y de garrapatas, la esperaban puntualmente sus 50 alumnos para comenzar la clase.

Nélida está acostumbrada. Ese es el único recorrido posible para llegar a Trementinal Nº 4727, una escuela rancho construida por las mismas familias de la comunidad hace cinco años. El paraje rural está a 50 kilómetros en línea recta de General Mosconi, un municipio urbanizado, pero, como no existe un camino que los conecte, es obligatorio pasar por Bolivia. O armarse de coraje y de machetes para atravesar diez horas de selva a caballo. Las paredes de la escuela son de madera y los techos de chapa dejan pasar la lluvia. Y el piso es de tierra. En una de las aulas, enseña Nélida. Fernanda Vásquez y Pedro Aldana comparten un libro, Marcos Segovia hace cálculos en el pizarrón, Yesenia Ríos y Luz Aldana resuelven un rompecabezas. Los niños sonríen, pero son tímidos y miran poco a los ojos. No están acostumbrados a las visitas.


A pocos metros el resto de los alumnos, de hasta 14 años, hace la tarea. Deberían estar en clase con el director Miguel Gómez, que trabaja allí hace dos años, uno después que Nélida. Pero, como se ausentó, sólo queda la maestra, que alterna entre ambos grupos.


Afuera, a metros de tres caballos ensillados, las madres de entre 25 y 30 años preparan el almuerzo de los niños: charqui con arroz y salsa (charquisillo). La comida se calienta a leña porque en este paraje, perteneciente al municipio de Mosconi, el segundo productor de gas del país, no hay gas natural. Las mamás están preocupadas. Ya no les queda ni carne ni verdura. Las cerca de 20 familias, dedicadas principalmente a la siembra de maíz y de arroz y a la cría de cerdos, aportan algunos productos. También la maestra, de su sueldo. Pero las grandes compras están a cargo del director -carne, una vez al mes; verduras, semanalmente- con los $ 2,20 que el Ministerio de Educación salteño destina por alumno, por día. Como no vino, no saben qué comerán sus hijos en los próximos días.

El Ministerio reconoció hace tres años a esta escuela levantada a pulmón por la comunidad, envió algún material de estudio, una carpeta con 30 hojas para cada chico (sólo una vez) y asignó a una maestra y, un año más tarde, a un director. Pero no mejoró la infraestructura. La maestra cobra $ 2100 por mes más $ 178 en tickets, una palabra que casi no existe donde ella trabaja ni donde vive.

"Tomo nota de su información. Me hizo conocer la situación y me pondré en contacto a ver qué pasa. Pero en este momento no puedo ocuparme de su nota, lo lamento muchísimo", declaró a LA NACION el ministro de Educación salteño, Leopoldo van Cauwlaert, que asumió hace un mes, al ser consultado sobre el abandono educativo en ese paraje fronterizo.

Trementinal está a 50 kilómetros entre Madrejones y Media Luna, dos parajes fronterizos que desde hace pocos años tienen una escuela (en Madrejones, construida luego de una nota publicada por LA NACION hace diez años). A los habitantes de Trementinal esa distancia les significa unas cinco o seis horas a caballo. Imposible.

"Los chicos se cansaban de caminar tanto. Hicimos una reunión de padres y decidimos luchar por esta escuela. Ahora lo que falta es una verdadera construcción. Nos sentimos abandonados. No tenemos ni el camino ni los recursos para salir de aquí. Compramos todo en Bolivia", dice Santos Reyes, de 30, con ojos vidriados. Así, hace cinco años se abrió para los niños la posibilidad de ir a la escuela.

Algunos padres reciben planes Trabajar de $ 150 pesos, pero para cobrarlos deben trasladarse hasta Mosconi: cruzar el río hacia el lado boliviano, tomar el ómnibus que los lleva hasta Bermejo, cruzar en balsa a Aguas Blancas (lado argentino), y trasladarse unos 150 kilómetros en ómnibus hasta Mosconi. La travesía, sólo de ida, les consume $ 50.

Pasado el mediodía, es la hora del almuerzo.
Los niños murmullan y se ríen entre ellos. Por suerte, hoy no llueve ni hace frío. Esas veces, deben apurarse para acomodar las chapas, evitar que el agua llegue a todos lados. Mientras los niños comen, las madres amasan el pan para los próximos días. Luego, cada uno se divierte a su manera. Sonríen, pero no responden a las preguntas de LA NACION. Al ofrecerles una lapicera para escribir sus nombres y sus edades en un papel, para llamarles la atención, se acercan. Y ríen, felices con la tarea.

Son pasadas las cuatro. Marcos Segovia, de 8 años, y su hermana se preparan para caminar, como todos los días, una hora para volver a su casa. Otros, que viven más lejos, treparán árboles en busca de pomelos y jugarán a la pelota hasta que anochezca. Luego, se acostarán en sus camas compartidas. Los niños, en un cuarto con 10 camas hechas con tablones de madera en las que dormirán 20. Las niñas, en un segundo cuarto de seis camas para nueve niñas, junto con la maestra. Nélida duerme allí toda la semana y vuelve a su casa el viernes para estar con sus dos hijos, su otra familia.

"¿El pijama no es una tela delgadita?", pregunta José Luis, de 14 años. Las madres se ríen. Es que no necesita saberlo. Como todos, duerme con lo puesto.

Por Nathalie Kantt
Enviada especial
Fuente: Diario La Nación, domingo 22 de junio de 2008

Comentarios

carolina ha dicho que…
Somos un grupo de alumnos y alumnas de 9no año de EGB del colegio San Pedro Claver de la Localidad de Ricardo Rojas de la Pcia. de Bs. As. Muchos de nosotros y nuestra Profesora de Biologia Carolina, vimos ayer la nota del programa Argentinos por su nombre, sobre la Escuela de Trementinal hoy lunes lo primero que hicimos fue intercambiar sensaciones que genero la nota...bronca, dolor, angustia, ganas de ayudar...
Reflexionamos sobre que poder hacer apesar de que nuestra realidad tampoco es la mejor...juntar ropa,utiles, comida, libros, hacer cartas apoyarlos...pero la gran pregunta es como hacer llegar todo hasta alla.
Leimos en la revista VIva de Clarin que el 19 de este mes es el dia Del Pequeño Gran gesto...y estamos dispuestos hacer lo posible y lo imposible por ayudar a estos chicos y sus maestros...
Necesitamos que otros nos ayuden a ayudar....mientras nos ponemos en movimiento esperamos esperanzados su ayuda...