Columna: SOY MANO

XXlX Encuentro Nacional de Maestros Rurales
Tandil 2008-Provincia de Buenos Aires
por Victor Hugo Koprivsek

Fueron llegando desde los lugares más remotos, del fondo de Jujuy, del medio del monte chaqueño, de las costas del sur. Poco a poco las provincias se hicieron rostros: La Pampa , Córdoba, Entre Ríos, Mendoza y Salta.
Ellas trajeron la ternura en sus ojos y ellos la solemnidad del camino.
Más de 120 maestros rurales de todo el país se dieron cita en el silencio de Tandil, porque este año fue Buenos Aires cede, porque hasta aquí llegaron hechos de sonrisas y versos para volverse pájaros. Es que la historia se escribe con firmes manos y el compromiso con un mundo más humano viene de lejos. Exactamente desde hace cincuenta años, cuando por vez primera se estrecharon los fundadores en un abrazo hasta hoy.
A.M.R.A. es el fruto del sueño de unos pocos que a lo largo de la marcha se volvieron multitud, en experiencia y generosidad, en pasión y resistencia.
He visto a los mayores andar la vida con tanta convicción, andar sin esperar siquiera a la muerte, sacudiendo las conciencias hasta quebrar resignaciones y quietudes. Y he visto a los más jóvenes seguir su huella hacia el futuro, ese mañana hecho canción, que se vislumbra apenas como una lucecita en la más de las noches, porque ahora estoy de vuelta en el remolino de los barrios, en la furia de las márgenes, y me devuelve el tren aquella tristeza de los abatidos, me devuelven las calles aquel desencanto empujando en los andenes y amontonándose en los colectivos, sin importar del otro, con bocinas enfurecidas y apuros por llegar y cumplir con la macabra rueda.
Ay amigos, ahora entiendo la persistencia de mi madre por no faltar a la cita, por cada año arrimarse al calor de los que saben y se juegan, justo allí, donde nadie llega. Arrimarse al fuego sagrado que irradian ciertas gentes hondas.
La Villa Don Bosco fue testigo de semejante osadía. Cómo se abrazaron hasta el reencuentro, cómo se rieron hasta los huesos y cómo bailaron hasta nacer de nuevo. Del 13 al 20 de enero el tiempo se detuvo para mi, de tal manera se detuvo que aún ahora, a una semana de todo eso, me cuesta salir al barrio sabiendo que no veré el rostro de René Molina, el cuerpito pequeñísimo de Silvia o la fragilidad de Don Calderón. Quién me dará una Paloma para rearmarme en cada esquina, o un Emilio para enfrentar las tardes grises. En dónde encontraré una Lita para no dejar que los traidores se salgan con la suya o un Hugo chaqueño para reír en cada almuerzo. Dónde veré una bandera tan alta como aquella, otra vez, una bandera celeste y blanca flamear con tanto orgullo, y dónde, amigos, me cruzaré con una Diduvina Tapia para que me diga con un silencio larguísimo que la vida vale la pena.
Acaso todos ellos, maestros rurales, directores de escuelitas unitarias, todos ellos con Sabinas generosas, todos me repitan en las noches amargas “Sigue adelante muchacho, también es tuya la poesía”. Pues bien, cómo diría Galeano: “El tiempo que fue sigue vivo dentro del tiempo que es”. Y a medida que los meses pasen el eco de sus voces retumbarán en mi, no ya como un asombro, sino como una certeza, porque de sobra sé, que perdidos en medio de nuestro país, esparcidos entre llanuras y silencios, subiendo cuestas o desmalezando olvidos, ellos andan con sus guardapolvos blancos, horas y horas andan, para llegar junto a los niños campesinos, para poner una flor en la soledad de la distancia y abrir sus ojos. Ellos andan sin descanso sabiendo que no pueden fallarles, que el cansancio no debe doblegarlos, porque detrás de la montaña o cruzando el río bravo, un niño espera... un niño espera

Comentarios

María Belén ha dicho que…
Hola amigos... bueno los queria saludar...
como me gustan las obras que escribe Victor Hugo koprivsek.
es un genio lo admiro mucho es un gran amigo y compañero de encuentros musicales...
saludos.