Los maestros rurales culminan con su actividad en Chajarí

Luego de una intensa semana, los maestros rurales provenientes de doce provincias argentinas están terminando el XXXI Encuentro que se desarrolla en esta ciudad y en la región. La actividad ha sido muy diversa y se han abordado temas interesantes y tendientes al enriquecimiento curricular de los docentes.
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Sin lugar a dudas que el esfuerzo de un puñado de docentes de nuestra zona acompañando la iniciativa de "Chavela" Acevedo Miño y Miriam Zampedri como las caras visibles del encuentro, ha sido trascendental para lograr el objetivo soñado. De hecho que varios actores han colaborado para que este acontecimiento alcance el brillo que consiguió. Es de imaginar que mañana cuando cada delegación tome sus pertenencias para emprender la retirada a su origen, dejarán aquí, como al olvido una mochilla llena de afectos, sencillez y amor por lo que hacen. Chajarí y la región han cobijado por una semana a este grupo de hombres y mujeres que tanto han hecho y harán por una patria que por ser tan extensa y tan rica -vaya paradoja- jamás compensará lo que nos entregan.
Mañana llegará el día de la partida y las 12 delegaciones: Buenos Aires, Catamarca, Chaco, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, Mendoza, Salta, Santa Fe y San Juan, que compartieron con nosotros muchas emociones volverán a sus pueblos. Seguramente se escapará algún lagrimón y los abrazos serán interminables. Bueno es que sepan que nos han dejado un legado digno de no olvidar: la enseñanza. Esa cuestión que tanto cuesta inculcar y que tanta falta nos hace.
Seguramente necesitaríamos una innumerable cantidad de páginas para contar las experiencias vividas en esta semana. Hemos elegido a dos protagonistas para quedarnos con sus dictados de clases que da la vida: la mendocina y una de las fundadoras de A.M.R.A. Lita Firpo y el chaqueño Hugo Amado, émulo de la señorita Rosa, aquella maestra de campo que su comprovinciano Luis Landricina homenajeara con tanta justicia.
Antes que nada, Lita Firpo expresó sentirse conforme por la elección de Chajarí para la realización de este XXXI Encuentro Nacional de Maestros Rurales. Una de las representantes de la delegación mendocina y docente rural ya jubilada, recalcó la importancia de que este acontecimiento persista durante más de tres décadas en el tiempo, hablando acerca de los orígenes del mismo.
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En realidad, este encuentro se remonta hace más de medio siglo atrás, en el año 1958, cuando comenzó como un curso que estuvo bajo la organización de la UNESCO y el C.G.E. En el Hogar Escuela existente en Ezeiza, 200 maestros rurales permanecieron internados durante seis meses, trabajando sobre actividades prácticas y teóricas que pudieran serles de utilidad para ayudar en la zona rural a otros docentes y también vecinos.
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Luego de haber resultado con éxito dicha prueba, una práctica intensiva fue llevada a cabo también en Catamarca, y le siguieron Jujuy, La Pampa y Entre Ríos, entre otras provincias, bajo el marco del programa diagramado por la UNESCO, que tenía como único objetivo optimizar la educación rural en toda América Latina. Este curso sería sólo un décimo del total del programa, que continuaría ejecutándose durante una década más, aunque desgraciadamente motivos políticos lo transformaron en el único, según opinó Lita: "Como hubiera cambiado la educación rural si ese programa no se hubiera interrumpido, porque nosotras teníamos la obligación de volver hacia nuestras provincias a devolver lo recibido, que poco no fue".
Pasados los años, cada docente sí regresó a sus provincia, pero consciente de que ese curso no tenía muchas chances de tener continuidad en el tiempo, por lo que varios de ellos aceptaron cargos en el gobierno, como en la Dirección del Aborigen, con el INTA, o viajaron a continuar lo aprendido en esos seis meses en otros países en los que no se había cancelado, como México o Colombia.
En fin... el contacto había quedado establecido y la comunicación, a pesar de no ser tan fluida como podría serlo ahora, no dejaba de existir, así fue como surgió un día la invitación de los docentes cordobeses, quienes se preguntaron ¿por qué no volver a reunirnos? Así que, con la premisa de ponerse al día en cuanto a lo que habían hecho con sus vidas durante esos veinte años, en 1.978 se dieron cita en Córdoba: "Así que hasta esa fecha seguimos viéndonos todos los años, siempre en el mes de enero, en algún lugar del país en el que nos reciben con tanto cariño y gratitud como aquí". A pesar de ser oriunda de Mendoza, Lita reconoció tener un poco de sangre entrerriana por parte de su padre, por lo que dejó verse maravillada por el magnífico paisaje que presenta nuestra provincia.
Bien, es un encuentro que tiene mucha longevidad, es decir, ha sobrevivido a la nefasta dictadura militar y a demás condiciones hostiles que a lo largo del tiempo hemos debido soportar todos en nuestro país, en mayor o en menor medida. Ahora, por si eso no lo hace lo suficientemente meritorio de reconocimiento, añadámosle que se produce en enero, un mes en el que todas las provincias descansan del agotador ciclo lectivo, así que la continuidad de las clases "rurales" no se ven interrumpidas y las maestras y maestros sacrifican tiempo de ocio que podrían pasar con sus familias, prefiriendo especializarse inclusive un poco más.
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EVALUACIÓN PERMANENTE
Hugo Amado es un docente rural representante de la delegación chaqueña, más precisamente de la zona de Santa Silvina, muy cercana a la triple frontera del interior que conforman su provincia, Santa Fe y Santiago del Estero.
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"Yo digo que soy maestro porque me gusta aprender", afirmó este docente con treinta y tres años en la práctica y con veintitrés a cargo de una escuela rural, "ya sea día a día con los alumnos o en especializaciones de este tipo. A eso me refería con el avance integral de la educación, porque aprendo de los alumnos, de sus padres, de la comunidad misma y de mis propios colegas. ¿Qué hice yo? Fui capaz de llevarlo hasta el salón de clases".
Asimismo, se hizo un tiempo para hablar de lo hermoso que es ese mano a mano con los estudiantes de la escuela rural, con el que se tiene un trato más cálido, afectuoso, pero también dotado y delimitado por un respeto firme establecido por ambas partes, como un contrato verbal testimonial que fuera incapaz de romperse, más allá de que sea sólo de palabra. "Esto es precioso, pasa que están vaciándonos las escuelas rurales. En algunos casos, se hicieron viviendas en las comunidades para regalarle a la gente de campo, entonces esta gente se va a vivir al pueblo. Y no hablo del terrateniente de dos o tres mil hectáreas, sino de la gente común de campo, el de la parcela chica. El otro día nos planteamos que cincuenta hectáreas cerca de la escuela son más baratas que dos manzanas en el pueblo, y hasta le das la electricidad rural... Le das todo lo que tienen en el pueblo y así no se pierde la cultura del trabajo", anheló Hugo.
FUENTE: TAL CUAL CHAJARÍ, sábado 23 de enero de 2010
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jj

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